Con los acontecimientos recientes, sumando a una conferencia que asistí esta semana sobre fundamentos de la post verdad, dedico esta reflexión a proponer un paso más allá que vengo observando. Que, acumulando datos como siempre, nos hace plantear que superada la post verdad, nos encaminamos a la era / tendencia de la neo verdad o post – post verdad.
Lo primero, situar un contexto. Ayer en la conferencia se hizo mucha referencia a que la «palabra de moda» (por tanto no en tendencia) se ampara en la ignorancia, en la manipulación de la verdad derivada de la falta de necesidad actual de cotejar los datos y con ello la creciente ignorancia de la que parece «nos separa» y se aprovecha la llamada «clase intelectual». Pero aunque cierto, y no es de ahora, siempre ha habido cierta manipulación mediática, y lo del debate de la incultura y la intelectualidad lo dejo para otro momento, lo que me sorprendió es que en ningún caso supieron ofrecer una explicación convincente del porque ese triunfo «actual» de la llamada post- verdad, más allá de esa ignorancia, sin planteárselo como una necesidad actual.
En nuestro trabajo, y con el objetivo profesional que es trasladar ese análisis social al mundo de los negocios, no hemos dejado de darle un peso relevante a este fondo del asunto donde de nuevo el analisis social tiene un peso crucial, y para ello el individuo y la sociedad es el eje central de toda tendencia fraguada desde lo social.
Y en base a ello el contexto y razones que propicia una situación así es:
- un fuerte polarización social no ausente de polémica que suscinta más emoción que razón en muchos de los discursos y «verdades», Trump, Brexit…..,
- una hiperfragmentación de fuentes descentralizadas que provoca la pérdida de legitimidad y veracidad de ellas. Aunque desde el momento que afirmamos que un «individuo/consumidor» tiene más credibilidad en su mensaje en la red que una marca, lo tiene para todo, y son muchos los individuos comunicando.
- Un exceso de información que no permite un buen filtro ni criterio, y apunto para nadie ni siquiera para la «clase intelectual.
- Y sobretodo una necesidad social, derivada del cansancio producido por tanta «tensión» y engaño político y un desgaste de las estructuras convencionales. La necesidad de la sociedad a creer en otros argumentos, la necesidad casi absoluta de caer con placer en el «populismo», a escuchar lo que uno quiere escuchar como «refugio» de tanta mentira y necedad y la necesidad de que ante la razón que ya no convence se imponga la emoción.
En esa necesidad se han amparado muchas de las causas recientes y no hace falta entrar en mucho detalle para saber de quien y qué acontecimientos hablamos. Y así es como, en todo o en mucho, nos metimos en el mundo de la post – verdad y la derivada época del «fake news«
Pero la realidad o la «verdad» es que entramos en una vuelta de tuerca más, y al final o en la actualidad, el individuo SÍ quiere conocer la verdad, sí quiere poseer la verdad y en este escenario es cuando de nuevo los medios (tanto nuevos como tradicionales) juegan su papel crucial.
En esa carrera hacia la verdad los ganadores apuntan a la vuelta de lo tradicional. Medios convencionales con cabeceras de prestigio ganando grandes sumas de suscriptores. Es el caso del New York Times con más de dos millones de suscriptores digitales acumulados a mediados de 2017 y un dato que confirma esta tendencia, las casi 140.000 suscripciones de pago acumuladas en escasos días antes de las elecciones estadounidenses. Apelando a la verdad hizo una gran campaña y lejos de perder audiencia con el «apagón del papel» y el auge online su prestigio le ha dado la suficiente valía para seguir creciendo y acumulando audiencia.
En el bando perdedor, las redes sociales, sobretodo las «informativas» Facebook o Twitter, quienes no pierden cantidad pero si calidad y credibilidad. En la época de las noticias falsas ambos han protagonizado suficiente polémica como para empezar a cuestionarnos sus noticias y por tanto «su dosis de aporte a la verdad». Y aunque Mark defienda su poder y sus valores democráticos a la hora de elevar los pensamientos y voces individuales no es capaz de garantizar su autenticidad o la autenticidad de todos sus «residentes».
De momento una sobredosis de emoción en las palabras, que confundimos con credibilidad, y el elemento visceral que hoy nos guía no sigue conduciendo a «informarnos» y creer a pies juntillas en Facebook pero hechos como este anuncian una tendencia que lo puede trastocar, una vuelta en la que depositar la confianza y credibilidad, para determinados temas, en las «cabeceras de prestigio».
Y esto me lleva a otra cuestión, y es además de esta dicotomía que nos avanza hacia la post-postverdad, me pregunto si esta renovada confianza en las cabeceras tradicionales corresponde a todas (las tradicionales) o solo algunas con «prestigio ganado». Y si la cabecera de prestigio se asocia a cabecera tradicional. Me lo pregunto no sin más sino viendo y pensando en los hechos del pasado 1-O donde medios públicos y nacionales evitaron todo tipo de «polémica» e imágenes reales en favor de un pensamiento y la generación de un contenido poco objetivo, al punto que sus propios trabajadores sintieron vergüenza por pertenecer a ese medio.
Por lo que, en esta post-postverdad también podría ser el inicio del fin de algunos medios convencionales poco profesionales, o sin el prestigio ganado y mantenido que un individuo / audiencia educada y multinformada ya no ignora ni perdona. ‘Our lives begin to end the day we become silent about the things that matter’ (Martin Luther King).
Dos apuntes más para acabar con este inicio de un camino que nos llevará a revaluar la verdad en la era de «lo social», superada la verdad con la post verdad, y entrando en la post- post verdad también hay que re-pensar que la verdad es poliédrica y tiene muchas caras como demuestran muchas lecciones ya aprendidas, especialmente en periodismo:)
Y parece que hoy más que nunca se cumple esa frase popular que funde todas las verdades más absolutas y tira por tierra LA VERDAD: nada es verdad, nada es mentira todo depende desde el prisma desde el que la mires.
Desde aquí y en adelante queda abierta la tendencia de POST-postverdad (Oct. 2017).